Perigord: a orillas del Dordoña
Pueblos medievales, castillos, paisajes de ensueño y gastronomía, son algunas de los de los atractivos que nos ofrece el Perigord, para nosotros, uno de los territorios más bellos y sorprendentes de Francia. Emprendemos nuestra ruta de seis días a orillas del Dordoña. Venid con nosotros, que merece la pena!!
Sobre el Perigord:
Perigord es un territorio histórico de Occitania, situado en el departamento de Dordogne. Abarca una zona muy amplia, y está dividida en cuatro comarcas o colores, cada una con su propia personalidad:
- Perigord verde: Situado al norte de la ciudad de Brantome, es conocido por sus grandes bosques.
- Perigord blanco: Se encuentra en el valle formado por el río L’Isle, con Perigeux en el centro. Su color se debe a la piedra caliza que abunda en dicho valle.
- Perigord púrpura: Situado al sur, debe su nombre a los viñedos de Bergerac y orillas del río Dordoña y sus vinos.
- Perigord negro: Es la continuación natural del púrpura, ya que ambos están bañados por el Dordoña. Sus bosques cerrados y la trufa le dan ese color negro.
Nuestra ruta:
Como hemos dicho antes, Perigord abarca una zona muy amplia, y necesitaríamos todo un mes para conocerlo; por eso, nos hemos decantado por una ruta que abarca varios de los denominados ‘Pueblos más bellos de Francia’. Siguiendo el cauce del Dordoña, nos hemos adentrado en el Perigord púrpura y en el negro, entre las ciudades de Bergerac y Sarlat.
- 1. Bergerac
- 2. Limeuil
- 3. Belves
- 4. Beynac et Cazenac
- 5. Castelnaud la Chapelle
- 6. La Roque Gageac
- 7. Sarlat la Caneda
- 8. Rocamadour
Gastronomía
Dordoña es la tierra del pato, la trufa y el vino. El pato y el ganso tienen una gran importancia en la gastronomía local, y lo preparan como en ningún otro sitio! Además del foie, el magret y el confit de pato son los platos más típicos, y que encontraréis en todos los restaurantes.
La trufa es otro de los tesoros de esta tierra, también conocida como ‘el diamante negro’. Utilizan cerdos para encontrar estos preciados condimentos escondidos bajo tierra. Las utilizan para varias salsas o como condimento; nosotros las hemos probado con huevos reveltos, una auténtica delicia!
Como en toda Francia, el queso también tiene presencia el Perigord; el Cabecou es una denominación local de queso de cabra. Y cómo no! El vino! En los alrededores de Bergerac se pueden contar hasta 10 denominaciones distintas; Monbazillac, Bergerac, Saussignac, Rosette y Montravel son algunas de ellas.
Para conocer mejor los alimentos típicos de la zona, os recomendamos no perderos alguno de los mercados y ferias que se celebran en la mayoría de los pueblos. Además de poder ver y oler el producto de cerca, a veces incluso te dan la oportunidad de probarlo!
Bergerac
Llegamos a la ciudad a la que debe su nombre el famoso poeta y pensador Cyrano de Bergerac. Se encuentra en la orilla del río Dordoña, y desde allí emprenderemos nuestra ruta de seis días por el Perigord. Aun siendo la principal población del Perigord púrpura, Bergerac tiene 27.000 habitantes, y en sus calles se respira tranquilidad.
Su casco histórico mantiene la estructura del medievo, así como varias casas típicas; las plazas de Mirpe y Pelissiere son testigos de ello; además, en ambas plazas encontraremos sendas estatuas de Cyrano. La iglesia de Saint Jaques, el mercado y la Maison des Vins son algunos de los sitios de obligada visita.
Bergerac es una población muy unida al río, por eso cuenta con un pequeño embarcadero desde donde salen los catamaranes y demás embarcaciones para turistas que recorren el Dordoña. En época de verano suelen organizar conciertos en el mismo embarcadero.
Limeuil
Siguiendo el caude del Dordoña, a 45 minutos de Bergerac se encuentra el precioso pueblo de Limeuil. Está situado en el punto donde el río Vezere se une al Dordoña. Puede presumir de estar en la lista de los ‘Pueblos más bellos de Francia’, y merece la pena dedicarle medio día, ya que se trata en hermoso y tranquilo pueblo, típico del Perigord.
La capilla de San Martin, la iglesia de Santa Catalina, los jardines en lo alto del pueblo (hay que pagar entrada) y la ladera del río son algunos de sus atractivos; pero sin duda alguna, donde más hemos disfrutado ha sido recorriendo sus calles estrechas y empinadas, llenas de casas de piedra y callejones. En la parte baja del pueblo, hemos podido ver una pareja de artesanos sopladores de vidrio trabajando en su local, con las totalmente puertas abiertas a quien pasara por ahi.
Un amigo nos recomendó (gracias Iker) un camping situado al otro lado del río. Se llama Le port de Limeuil y podemos asegurar que se trata de uno de los más bonitos y coquetos en los que hayamos estado (hemos pagado 32 euros en agosto), construído con mucho gusto y mimo por sus dueños. Está al lado del río, donde está permitido el baño; pero además cuenta con piscina, zona de juegos y amplias de hierba. Hemos cenado en su restaraurante y dormido en una de las pocas plazas que les quedaban.
Belves
Tirando de la lista de los pueblos más bellos, Belves es nuestra siguiente parada. Se trata de un municipio creado en el siglo XI y que es también conocido como el pueblo de las 7 torres. Está construido en una cima, y su casco histórico mantiene su carácter medieval.
El pueblo cuenta con un castillo y una iglesia del siglo XIV. Pero su más icónica construcción es la plaza cubierta, que también data del XIV. Está construido sobre 23 pilares de madera, y hay mercado todos los sábados.
A dormir a la granja
En este viaje hemos probado una fórmula distinta a la hora de buscar sitios para pernoctar: la tarjeta France Passion. Junto a la tarjeta, te dan un mapa y un catálogo con todas las granjas y bodegas donde puedes pasar la noche. La tarjeta cuesta 30 euros, pero las estancias son gratuitas; eso si, se recomienda tratar con los productores, y si les compras algo, mejor que mejor.
Beynac et Cazenac
A la mañana siguiente amanecemos con el cielo cubierto, y en cierto modo lo agradecemos, porco así el calor nos da una pequeña tregua. Nos dirigimos Beynac et Cazenac, muy cerca de Belves. La silueta que forman el castillo y la iglesia es espectacular y se puede ver a varios kilómetros de distancia.
Se trata de un pueblo medieval construido al rededor del castillo del siglo XII. Se podría decir que la localidad está dividida en dos: la parte histórica, situada en la colina, y la parte baja donde se encuentran tiendas y restaurantes. Al subir la cuesta que lleva hasta el castillo, el pueblo empieza a cambiar, retrocediendo en el tiempo. El castillo y sus alrededores son impresionantes y merece la pena descubrirlos.
Desde los muros del castillo hay unas magníficas vistas del río Dordoña y de todo el valle. Tras la visita bajamos a la zona junto al río donde tomamos algo antes de partir.
Castelnaud la Chapelle
Castelnaud es un pueblo que guarda algún que otro parecido con Beynac. Ambos han sido construidos al rededor de castillos del siglo XII, y los dos están situados sobre dos cerros que dominan tanto el río como la entrada por el valle. Castelnaud también tiene dos partes, la más alta y antigua, y la que está junto al río, de construida posteriormente.
El castillo, con aspecto rudo e imponente, ha sido testigo de varias guerras; la de los 100 años, las guerras relijiosas o la revolución francesa, entre otras.
Se puede dejar la furgo tanto en el parking del pueblo, como en el del castillo (en la parte alta), donde también tienen sitio para autocaravanas. El pueblo está bien conservado y en verano incluso hacen recreaciones de oficios, juegos o artes medievales. Y aunque no hemos entrado en el castillo (la entrada cuesta 10 euros), hemos disfrutado recorriendo sus calles. En comparacón con otros pueblos de la zona, en éste hemos visto más movimiento de turistas.
Hemos bajado a la parte baja del pueblo y hemos comido en un restaurante situado junto al río. Aunque había bastante gente (siendo agosto no nos podemos quejar), nos ha gustado la visita.
La Roque Gageac
Si alguna vez habéis visto algún folleto o artículo sobre el Perigord, seguro que aparece la foto de La Roque Gageac, y es que es, gracias a su entorno, uno de los pueblos que mejor representa esta zona. Se encuentra junto al río Dordoña, tiene un castillo y preciosas casas de madera, y como su nombre indica, fue construida al amparo de una enorme roca.
Las casas están construidas en la ladera, como si estuvieran unas encima de otras, y unidas con calles estrechas y empinadas. En lo alto, se pueden observar las cuevas trogloditas, a 40 metros de altura; no se pueden visitar debido al riesgo que supondría.
La Roque Gageac fue una población importante en la Edad Media, y varios nobles y adinerados construyeron allí sus casas fortificadas, para defenderse de guerras y ataques. La iglesia y el mirador sobre el Dordoña, y el castillo de Malartrie son algunos de sus imprescindibles.
La presencia del río a sido fundamental para el desarrollo del pueblo; sus habitantes han vivido de la pesca y el comercio por barco durante siglos. Hoy en día, las únicas embarcaciones son las turísticas.
Al final del pueblo hay un gran parking, donde hay una zona para furgos y autocaravanas, con área de vaciado. Está a dos pasos del pueblo, y nos hemos quedado allí a pasar la noche.
Sarlat-la-Canéda
En nuestro plan de viaje, antes de llegar a Sarlat, pensábamos parar en Domme, otro de los pueblos más bellos de Francia. Debía de ser algun día festivo o de mercado, porque en el parking no cabía ni un alfiler, y el acceso al pueblo (en forma de arco) nos pareció un poco justo para nuestra furgo. Así que hemos decidido seguir el camino, hasta llegar a Sarlat-la-Canéda; que a pesar de ser capital del Perigord Negro, se trata de un pueblo de 10.000 habitantes.
Está clasificado como Ville d’Art et d’Histoire (Villa de arte y de historia), lo que no nos ha sorprendido mucho, ya que su casco antiguo mantiene la estructura y arquitectura medieval, y sus calles rezuman historia. Ellos mismos anuncian orgullosos que es una de las ciudades con más monumentos históricos por metro cuadrado. Sus calles también se han convertido muchas veces en platós de cine, ya que se han rodado infinidad películas como D’Artagnan, Chocolat, Jeanne d’Arc o Les Visiteurs, entre otras muchas.
Es sábado por la mañana, día de mercado, y el centro está abarrotado de gente, pero merece la pena disfrutar de los colores y olores que salen de los puestos de venta. La catedral y las casas Manoir de Gisson y Boetié son algunas de las visitas recomendadas. También tiene un mercado cubierto que es curioso, ya que se encuentra dentro de una antigua iglesia. Hay mucha animación en la calle, y durante todo el año se celebran varias fiestas y festivales de música y de teatro.
Rocamadour
Aunque Rocamadour pertenece al Valle de Lot, linda con el Perigord Negro, y una vez allí, es difícil resistirse a visitarla, después de verla tantas veces en fotos. Y es que es un sitio sorprendente y poco común; si la Roque Gageac estaba construida debajo de una gran roca, Rocamadour parece estar esculpida.
En la parte alta del pueblo se encuentra la iglesia de Notre-Damme (hay que subir 216 escalones), donde se encuentra la ‘Virgen Negra’, una imagen del siglo XII. En esa misma iglesia está la tumba de San Amadour, que da nombre al pueblo. Por todo ello, Rocamadour ha sido un importante lugar de peregrinaje durante siglos. La basílica de Saint-Sauveur, la capilla de Saint-Michell y el antiguo palacio episcopal son algunos de sus edificios más importantes.
En la parte baja del pueblo, junto al río, hay varias explanadas que hacen las veces de parkings en verano. Desde allí se puede subir al pueblo tanto a pie como en lanzadera (tipo tren chu-chu). Rocamadour es, después de Mont Saint-Michel, el pueblo más visitado de Francia, por lo que conviene ir temprano (no como nosotros) porque a partir de las 11-12 de la mañana las calles suelen estar abarrotadas de gente; incluso nos ha costado encontrar sitio para comer.
Empezando por la Isla de Ré, siguiendo con los castillos del Valle de Loira, y por último con la ruta por el Perigord, acaba nuestro viaje de casi tres semanas por Francia. Aunque el calor ha sido asfixiante, hemos conocido lugares increíbles y unos pueblos preciosos; y como en otras ocasiones, hemos vueltos con ganas de seguir conociendo Francia!
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