Cinco días en la Provenza

De todos los miniviajes que hicimos el verano pasado, el que mejor recuerdos nos dejó fue sin duda el que hicimos a la Provenza francesa. Fueron cinco días, pero vinimos con ganas de volver.

Aunque no fuimos en plena temporada de lavanda (florece en primavera y se recoge en junio-julio), nos sorprendieron sus pequeños y bien cuidados pueblos, el festival de colores y aromas de sus ferias, la gastronomía y sobre todo, la tranquilidad. En verano, se preparan para recibir a los turistas, y en la mayoría de los pueblos, cada semana organizan ferias de productos autóctonos, llenas de color y dulces aromas.

Como fuimos en plan acampada, asentamos nuestro «centro de operaciones» en un camping de Saint-Remy de Provence. La Provenza, como toda Francia, esta llena de campings y áreas para autocaravanas, y se pueden encontrar buenos sitios a buen precio.  Desde allí, todos los pueblos y sitios que queríamos ver quedaban muy a mano, a menos de hora.



Saint-Remy de Provence

Es un pueblo precioso; la parte vieja tiene forma circular y está formada por pequeñas calles totalmente peatonales. Podemos encontrar típicas casas francesas, bonitas y cuidadas tiendas, y varios restaurantes y cafeterías. El pueblo tiene mucha vida; varias veces a la semana organizan alguna feria. Proliferan las tiendas de telas, artesanía y productos relacionados con la lavanda o el famoso jabón de Marsella.



Gorbes

Sorprendente pueblo medieval, construido sobre una colina. Viendo sus casas y sus calles, da la impresión de que el tiempo se ha parado en ese sitio. Hemos ido en un día de feria, y aunque nos encontramos con una marea de gente, ha merecido la pena. Aparte de varios e interesantes productos, destaca el color y la mezcla de olores y aromas que brota de los puestos. La policía municipal se encarga de cerrar la feria, a toque de silbato, siguiendo una curiosa tradición. Dependiendo del día y de la hora, el tráfico para entrar al parking que está a las afueras del pueblo puede ser caótico (mejor ir temprano).



La Isle sur la Sorgue

En el caminos de vuelta desde Gorbes, paramos en La Isle. Es un pueblo de típico estilo francés, repleto de pequeños comercios y bares, donde parece que en cualquier momento puede empezar a sonar la banda sonora de Amelie. Un hermoso canal bordea el centro del pueblo, donde se encuentra una escultura de piedra que representa la famosa oreja de Van Gogh. El pintor holandés pasó una etapa de su vida en la Provenza, y encontraremos varias referencias suyas en la mayoría de los pueblos de la zona.


Les Baux de Provence

Pueblo fortificado de la Edad Media, construido sobre una colina. Tiene un castillo y una gran torre que están muy bien cuidadas, así como sus calles, también repletas de bares, heladerías y tiendas donde venden productos de artesanía, jabón y lavanda. La entrada a la fortificación es gratuita, pero para ver el castillo y la torre hay que pagar. Los fines de semana organizan exhibiciones de armas y torneos medievales. Es una visita que merece la pena.



Arles

Es un pueblo bastante más grande que los anteriores. Reúne varios vestigios de la época romana, como el anfiteatro, donde en verano se organizan conciertos y espectáculos. Pero la «joya de la corona» es la gran plaza de toros que hay en el centro del pueblo. Su forma recuerda al famoso coliseo romano. Nos ha sorprendido comprobar la tradición taurina que se mantiene en una comarca como la Provenza.


Avignon

Una de las principales ciudades de la zona. Aunque sea más grande e industrializada, el casco histórico mantiene el alma de un pueblo medieval, gracias a sus muros, torres y palacios. Es famosa por el puente de entrada que a su vez cruzaba el río hasta la otra orilla (hay una canción popular dedicada a este puente). También merece una mención el castillo y la iglesia que una vez fueron sede papal. Es un pueblo que acoge a muchos turistas y sus calles, repletas de tiendas y bares, tienen mucha vida. Dependiendo de la hora puede haber mucho tráfico en las entradas/salidas de la ciudad.

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